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Foto: IVAN GIMÉNEZ
Entrevistes

Pilar Eyre “La supervivencia de la monarquía pasa por cortarle la cabeza al padre”

Una vida arruïnada entre dos disparos, un alma atormentada, una infancia triste. ¿Quién es, en realidad, Juan Carlos de Borbón? Pilar Eyre (Barcelona, ​​1951) intenta responder a esta pregunta. Escritora y periodista de largo recorrido, experta en la Casa Real, Eyre ha publicado ‘Yo, el Rey‘ (La Esfera de los Libros), un retrato íntimo que desmonta la imagen superficial del emérito para descubrir y comprender la personalidad del padre de Felipe VI. Ya va por la cuarta edición. A partir de una investigación y con toda la fuerza de la literatura, la autora elabora una panorámica de la vida del monarca. Como si espiáramos por el ojo de una cerradura, contemplamos todos los figurantes de una existencia dolorosa: el niño descuidado por sus progenitores; el niño cautivo entre el padre, Juan de Borbón, y Franco; el hermano mayor que mata de un disparo al hermano pequeño; el joven herido por la sospecha, la culpa y el dolor; el amante enamoradizo y el esposo promiscuo. Y, finalmente, el jefe de Estado, el hombre que se convertirá en una pieza clave de la Transición y del régimen del 78. Leyendo este retrato de Juan Carlos, la serie The Crown se queda corta.

23/01/2021 | 06:00

Tu libro sobre Juan Carlos de Borbón muestra tus dos facetas: la escritura y el periodismo. Ya va por la cuarta edición. ¿Sólo con los recursos de la literatura, se podría comprender el alma torturada del rey emérito?

Sí, pero el libro se fundamenta en una documentación rigurosa: informaciones periodísticas sobre Juan Carlos recopiladas a lo largo del tiempo, lecturas atentas de miles de artículos y de textos, etcétera. Toda una investigación y una búsqueda vertida después en el libro.

¿Cuándo empiezas a interesarte por la figura del rey emérito?

A mí siempre me gustó la historia, pero también fue un poco por casualidad. Cuando trabajaba en Interviú, yo era quizá la única mujer de la redacción, y todo lo de la monarquía se consideraba más una cosa de mujeres que de hombres. Yo era jovencita, y mi jefe me ordena que cubra el acto del rey Juan Carlos en Barcelona. De hecho, los jefes de redacción te marcan un poco tu camino profesional. Entonces, siempre que salía un tema sobre la monarquía, me enviaban a mí. Y, poco a poco, me fui especializando.

Antes de hablar de la figura de Juan Carlos, querría preguntarte, ya que conoces bastante bien la institución, en qué momento se encuentra ahora la Casa Real, tras los casos de corrupción que acosan al emérito.

A ver, hay una trama de intereses mucho más complicada de la que nos imaginamos. Hace poco, yo escuché a Pedro Sánchez defendiendo la monarquía como institución. Y pienso que a Sánchez le va muy bien defenderla, porque así se desmarca de sus socios de Gobierno, y él queda ante todos como el moderado, en contraste con “los extremistas” de Podemos. Por lo tanto, Sánchez aparece como el garante de la Constitución. Y, al mismo tiempo, esto le da margen estratégico para lograr sus objetivos.

¿La Casa Real como una pieza del tablero político?

Sí. Juan Carlos ha hecho cosas que oscurecen absolutamente todo lo bueno que haya podido hacer a lo largo de su vida. Y los hechos están ahí. Como todos los juegos políticos, estos hechos se utilizan según los intereses propios, tanto por parte de unos como por parte de los demás. Quizás, el más perjudicado sea su hijo Felipe VI, porque ha tenido que romper totalmente con el padre, y para un hijo siempre es muy dolorosa esa ruptura. Felipe VI sabe que su padre no volverá jamás, porque cualquier contacto con Juan Carlos sería nefasto para la institución. Desde un punto de vista humano, ha pagado un precio muy alto para seguir siendo rey.

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“De pequeño, Juan Carlos no vivía en la abundancia; quizás sea la razón de su deseo de codicia por el dinero

¿Crees que, si cae la monarquía, cae el régimen español del 78? ¿La monarquía es el eslabón más frágil de la cadena?

Creo que ninguno de los partidos políticos tiene la voluntad de que se acabe la monarquía. Ahora mismo, hay propuestas más importantes dentro de su programa. Ahora bien, es cierto que existen unas fuerzas republicanas que no quieren la monarquía. Sin embargo, no creo que ninguna de ellas ponga todos sus esfuerzos en promover un referéndum o un movimiento republicano para cambiar la monarquía.

En el libro Yo, el Rey intentas comprender el alma de Juan Carlos, atravesar la imagen pública del rey emérito. No lo justificas, sino que intentas explicar quién es el hombre. ¿Qué has descubierto?

La vida del emérito se explica mucho por su infancia. Por ejemplo, se quedó sordo a los 8 años de una paliza que le dieron en el colegio. De niño, no tuvo el aprecio de nadie, ni tampoco eso que comúnmente llamamos “el cariño de los padres”. Además, siempre vivió con personas ajenas a la familia, y de muy pequeño fue una pelota entre Franco y Juan de Borbón, porque Juan Carlos, a pesar de ser el hijo de Juan de Borbón, era el rival de su padre, que también quería ser rey de España.

Una infancia terrible.

Sí, y con necesidades económicas enormes. Juan Carlos no vivía en la abundancia, y quizás sea la razón de su deseo de codicia por el dinero.

Es interesante, porque te detienes en los traumas emocionales para poder explicar una conducta reprobable. Un alma rota que explica, en parte, la corrupción del emérito.

Sí, en parte, porque él vio como el padre vivía de la caridad de los monárquicos, de lo que llamamos “los Grandes de España”. Hay que entender, sin embargo, que hago referencia a un mundo aristocrático. Juan Carlos estaba asustado. Primero, tenía miedo de que la dictadura disolviera la monarquía en España. Y, segundo, arrastraba una necesidad de afecto enorme. De hecho, ésta es la razón que explica su promiscuidad. Él siempre buscó el amor en todas las mujeres con las que estuvo, que han sido muchas.

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“Del relato demasiado edulcorado sobre el rey emérito, hemos sido cómplices tanto la prensa de Madrid como la de Barcelona”

Y como colofón de esta infancia cruda de Juan Carlos, el terrible golpe de la muerte de su hermano mientras jugaban ambos con una pistola. Él fue quien disparó el arma.

Sí, lo que incrementará el dolor y fundará el complejo de culpa que arrastrará durante toda su vida, y que marcará su carácter para siempre.

Una realidad muy diferente de la imagen de un rey simpático y amistoso.

Sí, tenemos la visión de un rey emérito campechano, afable y divertido. Pero, en realidad, tiene un carácter irascible. Tiene ataques de ira. Es capaz de coger un teléfono y lanzarlo contra el suelo y hacerlo añicos. En otros momentos, sin embargo, se siente deprimido y sin ganas de ver a nadie.

¿Crees que los medios han construido un relato demasiado edulcorado de Juan Carlos desde el principio de la democracia?

Totalmente. Tanto la prensa de Madrid como la de Barcelona hemos sido cómplices. Somos culpables. Recuerdo una anécdota que explica en parte esto. Durante los Juegos Olímpicos de 1992, en un reservado de un restaurante, yo me encontré al rey Juan Carlos enlazado de manos con una señorita. Ellos me saludaron tranquilamente. Yo, entonces, trabajaba en RTVE, y Juan Carlos y la señorita sabían perfectamente que lo que yo vi no se iba a explicar nunca, ni saldría en ningún medio. Una misma no era una kamikaze y sabía hasta dónde se podía llegar. De hecho, después del 23-F, hubo un pacto entre los directores de periódicos de no hablar de la vida privada del rey Juan Carlos. Al día siguiente del 23-F, el monarca llamó a todos los líderes políticos y les dijo que él ya había hecho lo que debía, y que, a partir de entonces, se limitaría a su papel constitucional. Él quería hacer su vida y punto. Felipe González, que cuidó mucho la imagen del emérito, habló con los directores principales de periódicos para que no tocaran la vida privada del rey.

De hecho, explicas la buena relación del rey Juan Carlos con Felipe González y los socialistas. En principio, parece que la monarquía debe sentirse más cómoda con la derecha.

Peces-Barba ya decía que la monarquía siempre se sentirá más cómoda con las izquierdas que con las derechas, porque las izquierdas ni se sienten cortesanos ni están por intrigas de palacio, ni quieren títulos ni pretenden rivalizar con la monarquía. En cambio, las derechas, se interesan por todas estas frivolidades. Por otra parte, entre Juan Carlos y Felipe González siempre hubo química, y, cuando el emérito ha necesitado consejo de alguien importante, siempre ha buscado a Felipe.

Además, fue Felipe quien le convenció de abdicar.

Sí, fue él.

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“Los empresarios catalanes y españoles querían aprovechar los contactos de Juan Carlos para hacer negocios. Y los hacían”

En el libro comentas que Juan Carlos también tuvo una relación excelente con Jordi Pujol.

Sí, y muy buena. Yo recuerdo a Pujol diciendo a los periodistas aquello de “resalten lo bueno que hace el rey Juan Carlos cuando venga a Cataluña, digan todo lo bueno que hace por nosotros”. Además, Pujol tenía un retrato del rey en su despacho. De hecho, para escribir el libro, he recopilado declaraciones de Pujol donde decía que el único español que conocía y comprendía perfectamente el hecho catalán era Juan Carlos. Y hay que recordar que el año 92, en Cataluña, se hizo una encuesta para saber quién era el personaje más querido por los catalanes. Maragall fue el primero.

¿Y el segundo? No me lo digas: ¿Juan Carlos?

Sí, el segundo fue Juan Carlos.

Además de Jordi Pujol, en Cataluña, ¿con quién más tuvo buena relación el emérito?

Con los empresarios. Un presidente de la Generalitat, que no era Pujol, me explicó que, cuando los empresarios se iban a Arabia Saudí para un viaje de negocios, todos querían que fuera Juan Carlos, porque, si el rey iba, no sólo tendrían alfombra roja, sino que, además, se entrevistarían con las personas más influyentes y los negocios saldrían. Decían que “con el rey emérito, todo fluye”.

¿Le preguntaste si el emérito se llevaba comisión?

Sí, pero me dijo que no le pagaban ni un duro, que quizás los árabes, sí. Ahora bien, si cobraba comisiones, no lo sabremos, porque como era inviolable… Es papel mojado. Ahora bien, lo cierto es que los empresarios catalanes y españoles querían aprovechar los contactos de Juan Carlos para hacer negocios. Y los hacían y los han hecho. Por ejemplo, si había proyectos con condiciones parecidas, optaban por el proyecto español por la relación de amistad con el rey emérito.

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“En 1973, el emérito cobraba una comisión por cada barril de petróleo de Kuwait que entraba en Europa”

Has comentado que en el 92, Juan Carlos fue el segundo personaje más querido por los catalanes. En CRÍTIC hicimos una encuesta de la Casa Real. La peor nota fue para Juan Carlos I, que suspende en Cataluña con un 1,9. Y Felipe VI suspende en Cataluña con un 3,6 sobre 10. ¿Por qué Felipe VI no obtiene el éxito de su padre?

Los partidos que mandan en Cataluña son republicanos e independentistas, y los errores de la Casa Real les van muy bien. Pero, aún te diré más, la hostilidad hacia Felipe VI crecerá. Solo hay que pensar en el discurso del 3 de octubre.

Él querrá mejorar su imagen en Cataluña, me imagino.

Él lo intenta. Sus hijas, por ejemplo, hablan catalán.

Dicen que Letizia también lo habla.

Sí, y él se expresa bastante bien en catalán. Felipe VI Intenta mantenerse en un segundo plano, no incurrir en ningún tipo de pronunciamiento. Cuando acusan al rey de estar callado, se equivocan. Debe entenderse que el rey no puede hablar, porque si el rey hablara, sería un escándalo. El rey es un rey constitucional, y no puede expresarse libremente. De hecho, él hace bien si no se posiciona. Ahora bien, que cada cual interprete los silencios como quiera.

Como experta en la Casa Real, ¿como valoras el discurso del 3 de octubre? Luis María Anson, reconocido monárquico, en una entrevista con Pablo Iglesias comenta que el discurso de Felipe VI del 3 de octubre fue adecuado. Iñaki Gabilondo, durante aquellas semanas de indignación, señaló que no se podía imaginar otro discurso posible.

Yo, como catalana, pienso que podía haber evitado frases hirientes para una parte de los catalanes. Ahora bien, existe otra parte que no lo vivió así. El resto, y también cuentan, como que no se sabe que son… Pero, más allá de posicionamientos políticos, muchos monárquicos catalanes reconocen que aquel discurso fue inadecuado.

Has señalado que Juan Carlos era una pelota entre Franco y Juan de Borbón. Pero, ¿como fue la relación entre Juan Carlos y Franco? El emérito era un niño cuando lo conoció.

A pesar de la diferencia de edad y de formación, se reconocen al instante, porque los dos vivieron, de pequeños, separados del núcleo familiar. Además, tanto Franco como Juan Carlos decían frases similares cuando se referían a su niñez; como, por ejemplo, que tenían que asumir responsabilidades muy grandes para sus respectivas edades. Y tengo una fuente privilegiada que me explicó que, una vez que Franco se entrevistó con ‘Juanito’, como le llamaba a Juan Carlos, el dictador tenía la expresión iluminada, y no dejaba de decir que había que acoger aquel niño desarraigado y descuidado.

Y cuando muere Franco, aquel niño será adulto, “se depilará el entrecejo” —como citas en el libro—, y se posicionará como el motor de la Transición. ¿Aquí empieza la corrupción de Juan Carlos?

Antes de la muerte de Franco, a raíz de la crisis del petróleo del 73, sabemos ya de un primer caso. Juan Carlos habló directamente con el jeque de Kuwait para empezar un suministro de barriles de petróleo hacia España. Y el emérito cobraba una comisión por cada barril que entraba a Europa. Imagínate el dinero que tendrían que ser en aquella época. A nadie le importaba, pero. De hecho, era una época donde nadie cobraba impuestos, ni tampoco estaba prohibido ni era ilegal cobrar comisiones.

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“Si Leonor es reina, hará lo mismo con Felipe VI que este ha hecho con Juan Carlos I: cortarle la cabeza”

Tú conoces bien la monarquía española. ¿Es una monarquía al servicio de Riad?

En Riad están encantados de tener un rey occidental que se considera su hermano. Y el rey emérito, también lo está. Todos han hecho negocio a costa de ello.

La monarquía parece diseñada para traicionar. Juan Carlos traiciona a su padre Juan de Borbón. Juan de Borbón traiciona a su padre, Alfonso XIII. Felipe VI, ¿qué hará: le cortará el cuello a Juan Carlos? Josep Ramoneda dice que lo único que legitima al emérito es el papel del buen traidor. ¿Estás de acuerdo?

Felipe VI hará exactamente lo mismo, porque la supervivencia de la monarquía se hace cortando la cabeza al padre. Hay que cortar la cabeza al padre para romper con el pasado. Y si Leonor es reina, hará lo mismo con Felipe VI. De hecho, para que las nuevas generaciones conecten con las nuevas monarquías, hay que apartarse de lo que representa el pasado.

¿Crees que Felipe VI volverá a conectar con las nuevas generaciones?

En alguna conversación privada, el mismo Juan Carlos ha dicho que le daba diez años a la monarquía. Pienso que, si Felipe VI y Letizia no incurren en ningún problema de corrupción y son austeros dentro de una monarquía, y si ningún partido no manifiesta una voluntad explícita para cargársela, quizás la monarquía se mantiene más de diez años. En todo caso, ahora mismo es imposible no poner el foco en Juan Carlos, porque todos los casos de corrupción del emérito son tan evidentes, que el resto palidece.

Es curioso que Juan Carlos y Jordi Pujol, dos piezas claves del régimen del 78, estén tan tocados.

Los dos han hecho cosas mal. Tenemos más perspectiva, y vemos con ojos de hoy cosas que los dos hacían en el pasado. De hecho, hace un rato, hablaba con una amiga periodista y comentábamos los regalos del rey. Y de repente me ha dicho: “Y de los regalos que nos hacían a los periodistas, ¿qué?”. Hoy sería imposible aceptar regalos de la Casa Real o de la Generalitat.

¿Regalos a los periodistas?

Sí, regalos. Quizás una bolsa, unas agendas de piel o unas estilográficas Montblanc. Estos regalos se hacían. Yo me moriría de vergüenza si lo hicieran ahora. ¿Te acuerdas de Isabel Presley?

Sí. Ella hacía el anuncio de Porcelanosa, ¿no?

Sí. Pues no sabes la cantidad de periodistas que tienen el baño alicatado gratis con baldosas de Porcelanosa.

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