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Opinió
Guillem Martínez

Guillem Martínez

Escriptor, periodista i guionista

No es presión, son bloques ‘yuyus’

Animo a que, si puede ejecutar su programa con el PSC y con los votos majaras de Valls, lo haga.

07/06/2019 | 12:39

1- Tras el pasado 26M, los resultados de BCN suponen la victoria, por 5.000 votos, de ERC. Y el descenso, incluso derrota, en términos de regidores, del procesismo –tres representantes menos– y de la derecha esp –el PP existe por 41 votos–. Lo normal sería que gobernaran las izquierdas. Bien a través de un tripartito, bien a través de un bipartito.

2- Con el manual de funcionamiento de un ayuntamiento en la mano, un ayuntamiento es una institución presidencialista, por lo que gobernar un municipio supone presidirlo. ¿Quién tiene más posibilidades de presidirlo? Quien tenga más apoyos. Esta mañana a primera hora la persona que tiene más números para presidirlo, la persona que puede convocar más apoyos, es Colau. Es determinante en un tripartito de izquierdas –es decir, que no priorice lo que menos se ha votado, sino lo que más se ha votado; se han votado más izquierdas que procesismo–, y es determinante en un bipartito de izquierdas con el PSC. Por dadaismo de la cultura de bloques –esa cosa pestilente e irracional que impedirá que en Madrid renueve un ayuntamiento de cambio, pero que en BCN puede posibilitarlo–, Valls ofrece, gratis y sin negociación, sus votos para asegurar ese acceso a la alcaldía, que no contará, en el día a día, seguro, con el apoyo de la lista de C’s. Lo normal, lo rápido, lo efectivo, sería optar por esa última posibilidad. Se me ocurren, no obstante, dos factores que pueden impedir que Comuns no opten por ello.

3- La posibilidad a) es que Comuns decida que gobernar con PSC equivale a la imposibilidad de realizar su programa. Un programa que supone el enfrentamiento, la erosión continua, contra grandes empresas de la energía, de la inmobiliaria, de la construcción, la medicina privada, el abastecimiento de agua, las pompas fúnebres y el turismo. Esta imposibilidad de llevar a cabo su programa puede decidirse que se da también con ERC, una lista encabezada por una figura prominente de socialismo local durante grandes etapas geológicas. La última legislatura supuso, de hecho, un enfrentamiento continuado con PSC y ERC –y, por cierto, con CDC o cómo se llame esta mañana, y con PP, y con C’s–, dos grupos sin muchas ganas de asumir el enfrentamiento con el gran hecho determinante de la democracia contemporánea: la empresa. Si Comuns no pueden asegurar su programa, ni con ERC ni con PSC, no sólo haría bien, sino muy bien, en pirarse y dejar que quién venga, PSC o exPSC, asuma que tratarnos como mercancías no solo es correcto, sino lo deseable.

4- La posibilidad b) es, me temo, más importante, determinante y de peso. Responde al hecho de que asumir gobernar –en el caso, punto 3, de que eso sea factible– con PSC y los votos de Valls, es yuyu, pues supondría entrar, de cuatro patas, en el trade-mark españolismo, en la política de bloques.

5- Es preciso señalar, y este es el sentido de este articulete, que eso es falso. Es decir, responde a una estructura e industria propagandística. Obtener la alcaldía, siempre que se disponga de la posibilidad de ejecutar el programa, no sólo no supondría entrar en un bloque, sino –lo siento, no encuentro otra expresión, si bien he invertido dos cigarrillos en ello– mearse en la cara de un régimen propagandístico y reaccionario.

6- El procecismo no es independentismo. Es, como el constitucionalismo, un bloque propagandístico, sin más sentido que la auto-referencia y el rédito electoral, a partir de la creación de bloques que rompen la cohesión social. Esp, un país grande que además es Estado, se puede permitir esa ruptura de la cohesión social. No la necesita. Crispa, rebaja la inteligencia colectiva y la libertad, pero no supone mucho más. En Cat, un país pequeño, eso supone la muerte. En BCN, una muerte más rápida y profunda.

7- La clase política cat miente reiteradamente sobre sus políticas desde 2012. Mucho más, quiero decir. Bajo la apariencia de un proceso de autodeterminación, democrático que tira de espaldas, se ha desarrollado –se sigue desarrollando aún– la austeridad. Y una crisis de Régimen que, en Cat, ha consistido en la substitución electoral de un partido catalanista conservador y corrupto –CDC o como se llame esta mañana–, por otro –ERC–. Ese proceso se ha hecho con cobardía, ausencia de inteligencia política y habilidad. El sello es que una élite de dos partidos, enfrascada en esa batalla por la hegemonía, ha acabado en el trullo. Son, en fin, unos genios.

8- Sí, es injusto que haya presos políticos –como afirma un acertado informe de una organización próxima a la ONU–. Pero ser preso político no te hace justo. El procesismo, una minoría luchando por la hegemonía electoral–, dejó desvalida a la mayoría de la sociedad en su partida absurda. La pasada semana, el TEDH –una instancia, por otra parte neutral, al punto que descansa en ella la posibilidad de que solucione el abuso del Estado en sus actuaciones judiciales desmesuradas contra el procesismo– dibujó las propuesta políticas del procesismo como alejadas de la democracia. Lo que hicieron, lo poco que hicieron entre tanta propaganda –por supuesto, hablo del Govern y del Parlament, no de las personas anónimas, unos dos millones, que se dice rápido, que se dejaron partir la cara el 1O por Leviatán–, es dibujado por el TEDH como un populismo nacionalista y autoritario parecido a los que triunfan en el Este europeo. Y, snif, cada vez más en el Oeste, incluso en Esp.

9- Los encausados –con la excepción de Cuixart que, por otra parte, no es político– han reconocido en el juicio que lo que hicieron no fue un proceso de autodeterminación, sino la creación de un objeto con el que negociar, otra cosa, con el Estado. Es decir, que mintieron a su sociedad.

10- La mentira debe de ser castigada. Pero no penalmente. Es un problema ético. Ante la mentira continuada y gigantesca de una clase política, el castigo debe de ser el desprecio social, no la cárcel.

11- De los puntos 8-10 se desprende que el procesismo es políticamente y éticamente despreciable. No así el independentismo, una tradición paralela, democrática, cotidiana. Nunca ha habido ningún problema entre el independentismo de izquierdas y el grueso de las tradiciones de izquierdas cat. Hemos hecho muchas cosas juntos. Incluso, en ocasiones, hemos follado juntos, no te digo más.

12- El Independentismo –a saber: la creación de un Estado nacional, eso que ya tenemos– y el Federalismo –el impedimento de un Estado nacional, la posibilidad de un Estado débil y con gran separación de poderes–, tienen poco en común. Salvo su génesis. Un momento de autodeterminación, en el que un Estado soberano cede parte de su soberanía –Federalismo–, o decide no cederla –Independentismo–. Es absurdo que Independentismo y Federalismo, dos packs que están muy lejos de ver ese momento de soberanía inicial, no gobiernen juntos. Por ejemplo, un Ajuntament. Es, me temo, imposible, que la izquierda transformadora y alejada de los bloques que es Comuns, participe en un Ajuntament cuyo eje sea el constitucionalismo ese o el procesismo.

13- ERC es procesista. Participa de un govern tan consecuente con la revolución democrática procesista que está presidido por un ‘president’ xenófobo. Sus políticas en Cat son de austeridad y de reparto del botín –que ya no queda; sólo quedan cargos, es decir, sueldos–. Por lo demás, sus políticas son de bloque. Obedecen a una lectura de marcos y propagandística. En tanto que eso, son ilógicas, salga-el-sol-por-Antequera system y orientadas hacia obtener la hegemonía local. A saber: no votaron los presupuestos del PSOE, de un PSOE en debilidad. Los próximos presupuestos, en fin, no serán tan favorables. Impidieron que una minoría del Parlament eligiera a su representante en el Senado –una tradición dilatada en el Parlament; la democracia, por cierto, es poco más que respeto absoluto a las minorías, aunque no te gusten–. La semana pasada ERC/Aragonès pidió a un Gobierno provisional –es decir, sin esa capacidad– la negociación de un nuevo sistema de financiación. Es decir, de manera tonta y apresurada, dio por muerto un Procés que, no obstante, sigue reivindicando.

14- ERC lo reivindica. Es más, lo ejecuta cuando miente y emite la propaganda de política de bloques para acceder a la alcaldía. Se empezó a mentir en la misma noche electoral, cuando se dijo que un ayuntamiento debe de ser presidido por la lista más votada. Algo que no sólo no es cierto, sino que no es legal y, por el mismo precio, es el argumento del PP en todas las elecciones. Miente al decir que el IBEX –una entidad que, si pudiera, contrataría un francotirador para Colau– quiere que Colau sea alcaldesa, miente al decir que lo de Valls es una operación de Estado –ha sido una propuesta traumática para el partido ultranacionalista C’s, que no será reproducible en ningún otro ayuntamiento; C’s votará en muchos, incluso, con Vox–, miente al decir que el margen de acuerdo es la pugna por un referéndum –el TEDH ha apuntado, por cierto, que ese referéndum sólo puede ser pactado; es decir, necesita aliados; es por sí mismo la ruptura política en Esp, pero no depende de lo que se mienta al respecto en Cat, sino, precisamente, de lo que se deje de mentir–, y la defensa de los presos políticos. Al procesismo le importa un pepino que defiendas a los presos. Le importa que lo hagas como ellos quieren y con sus mismas palabras y coreografías. Quieren una determinada coreografía. Quieren sumisión. Quieren el abrazo del oso. Son el oso.

15- Las izquierdas de aquí, más que las Esp, estamos condenadas a entendernos. Somos más. Pero las que han participado en el procés, y más después de lo del TEDH, deben de pedir disculpas. Las disculpas no se ofrecen bajo las coreografías que exigen el PP o el procesismo. Se ofrecen por la vía de los hechos, sin ceremonias católicas y edificantes.

16- Hasta que no lleguen esos hechos, que serán recibidos con complicidad, supongo, es imposible para la izquierda alejada de bloques ocupar una institución junto al procesismo. Es decir, dejar de emitir políticas sociales en un momento de crisis social y democrática, y substituirlas por nacionalismo reaccionario, banderitas, himnos, lacitos, sentimentalidad y mentiras. Cat se puede permitir que eso pase con el Parlament y con la Generalitat, dos instituciones que no emiten desde 2012. En lo que es un error absoluto del procesismo –no calculado, como todos–, es perceptible que se puede vivir sin esas instituciones que sólo emiten para sí mismas y una parte de la sociedad. Pero BCN no puede prescindir de un Ajuntament transformador, que corrija la pobreza en sus posibilidades, que ofrezca soluciones estructurales al problema de la vivienda –ya, un desastre humanitario–, y que corrija, desde la no especulación, el recibo abusivo del agua, de la electricidad o del funeral de un familiar. No puede entrar en el Ajuntament el procesismo. Hasta que decida dejar de serlo. Hasta que sea, si así lo quiere, independentista, con un programa y un itinerario verosímil y no asentado en la mentira constante. Bueno, he dicho que BCN no puede permitirse eso. Claro que puede. Pero a lo resultante no se le puede llamar con nombres chachis.

17- No podemos permitir que BCN se vea colapsada por un tuit ocurrente. No podemos permitir que la futbolización social en dos bloques se implante en el Ajuntament. Al fin y al cabo, en BCN somos muchos más bloques. Miles. Tantos que sólo unos pocos se comportan como bloques.

18- Animo a Comuns –son muy parecidos a la sociedad BCN; en ellos hay indepes, no indepes, federalistas, NS/NC y, en lo que es una explicación a que no hayan obtenido una victoria histórica, también hay procesistas que salen por la tele; la diferencia con cualquier otro partido es que todo ello les impide entrar en bloques– a que resista la presión televisiva, radiofónica, en papel o en digital. Que la resista como no la pudo resistir la CUP, esa desaparecida. Animo a que, si puede ejecutar su programa con el PSC y con los votos majaras de Valls, lo haga. Y a que, si acceden a la alcaldía, sigan con su programa de efectividad de derechos y reducción de la explotación financiera, y que nos defiendan más y mejor que en 2017 de esos bloques a-democráticos en los que los partidos han decidido dividirnos.

19- Chimpún.

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