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Opinió
Jordi Serrano

Jordi Serrano

Historiador i rector emèrit de la Universitat Progressista d'Estiu de Catalunya (UPEC)

‘Carta a un republicano español’

CRÍTIC publica en exclusiva un capítol del llibre de Jordi Serrano, rector de la Universitat Progressista d'Estiu de Catalunya (UPEC), que ha editat en llengua castellana Edicions Bellaterra

30/09/2021 | 06:00

Manifestació republicana a la Puerta del Sol / ASQUELADD – WIKIMEDIA COMMONS

El llibre Carta a un republicano español. La revuelta catalana: unos meses que estremecieron a España, elaborat per l’historiador i rector de la UPEC, Jordi Serrano, vol ser una anàlisi militant i optimista dels horitzons republicans a Catalunya i a Espanya. L’autor afirma que el llibre és un avís per als qui no volen veure les amenaces a la llibertat i a l’Estat de benestar que planen sobre ells, ni els perills que comporta traslladar a la cúpula judicial la direcció política del país.

Vivim en una democràcia? És això un Estat de dret? No hi ha cap país perfecte, que ho sigui democràticament al cent per cent. Però la democràcia no es conquereix una vegada i ja està, no es té una vegada del tot i dura per a sempre. Es pot tenir una mica, limitadament, o molt. Encara que pot perdre’s en qualsevol moment. Tota, o només una part.

A CRÍTIC publiquem en exclusiva i com a avançament un capítol del llibre, que s’acaba d’editar en llengua castellana a Edicions Bellaterra.

Antecedentes del problema: hay esperanza

Para una parte de la izquierda española el problema solo es Cataluña. Bastante gente dice ahora que los dirigentes catalanes son tan insensatos como los españoles, y que entre todos juntos nos están llevando a un callejón sin salida. Creo que es una forma de definir la situación sumamente injusta. Ya sé que estarán pensando que en España hay cosas muy buenas en la izquierda: el 15M, Podemos y sus confluencias, la victoria de Pedro Sánchez contra el IBEX 35 y todos los viejos barones del PSOE, las grandes manifestaciones feministas y de los pensionistas.

Es verdad que mientras en muchos lugares del mundo la indignación de la gente humilde va a parar a la irracionalidad y la extrema derecha, aquí acaba yendo, en parte, a movimientos emancipatorios. De hecho, tampoco sería algo único en nuestra historia, lo fue en 1931 y especialmente cuando la revolución antifascista de 1936. Aun siendo cierto todo esto, como escribía Antonio Gramsci «un desierto con un grupo de altas palmeras es un desierto: es inclusive propio del desierto tener pequeños oasis con grupos de altas palmeras».

Aquí, la indignación de la gente humilde va a parar, en parte, a movimientos emancipatorios

Son muchos los factores que explican la revuelta catalana: la crisis económica de 2007; la crisis de legitimidad de las democracias liberales; la crisis del proyecto europeo por el efecto de sustracción de la voluntad popular en manos del capital en el marco de la mal llamada globalización; la crisis sistémica del régimen de 1978 debido a su falta de voluntad de reforma y regeneración; la crisis de relación de los poderes, legislativo, ejecutivo y judicial; la crisis de credibilidad de la casa real, y la crisis de confianza a consecuencia de los pavorosos casos de corrupción.

Fui partidario de la tercera vía. ¿Qué quiero decir? Pues quería que, siguiendo todas las normas legales, Cataluña pudiera decir qué relación quería tener con España. Esta fue, recordémoslo, la estrategia política ¿del PSC? No. ¿De ICV? Tampoco. Fue la estrategia política de ¡ERC! Sí, volved a leerlo, de ¡ERC! Eran los tiempos de Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Puigcercós. ¿Qué pretendían? Pues acompañar a los federalistas un tramo del camino hasta el límite posible. Y Pasqual Maragall inició una reforma del Estatuto en 2003, que se aprobó primero en el Parlamento de Cataluña, después en el Congreso y en el Senado españoles –que lo «cepillaron» mucho– y finalmente se hizo un referéndum.

Pero se metió por medio el Tribunal Constitucional instigado por el PP. Qué tiempos aquellos donde teníamos magistrados de la talla humana e intelectual de Francisco Tomás y Valiente, que fue –antes de que un atentado de ETA acabara con su vida– uno de los juristas demócratas de más prestigio de España. Después todo se degradó, pasamos a tener magistrados con carné del PP, que iban en moto borrachos, saltándose un semáforo en rojo, y sin casco –es verídico, se llama Enrique López. Hablaremos de él con mayor detalle más adelante. Javier Pérez Royo, que como todo el mundo sabe es un independentista radical catalán radicado en Sevilla, dijo que el TC no hizo una sentencia contra el Estatuto, o contra la voluntad refrendada por el pueblo de Cataluña, sino que dio un golpe de Estado contra la Constitución española.

No es cierto que sin armas encima de la mesa en España se pueda hablar de cualquier propuesta política

Ahora Cataluña no tiene Estatuto porque alguien no autorizado lo cambió. En todo caso lo tendríamos que volver a refrendar y, claro, el pueblo catalán no lo querría. Según este jurista, se ha roto el pacto constitucional entre Cataluña y España. Me podéis llamar ingenuo, o incluso imbécil, pero yo era partidario de hacer este camino encabezado por Pasqual Maragall con Josep-Lluís Carod-Rovira y Joan Saura. Y me siento estafado. No es cierto que sin armas encima de la mesa en España se pueda hablar de cualquier propuesta política. No es que no se pueda hablar de la independencia, cosa que es grave. Lo que sabemos ahora es que no se puede avanzar un poco hacia el federalismo. La Brigada Aranzadi, el PP, Cs y sobre todo el TC –por encima del Congreso y el Senado españoles– lo han impedido. Que no nos vendan trolas, parece que todo el mundo tenga memoria de pez, la tercera vía la propuso ERC en 2003.

Al analizar la grave crisis que vive el Reino de España, normalmente se cae en lugares comunes que creo equivocados, especialmente en el caso catalán. Intentaré responder desde el librepensamiento. Estoy sorprendido de la cantidad de españoles que, desconociéndolo casi todo de Cataluña, nos explican lo que nos conviene a los catalanes. Sorprendente. Uno de los sonsonetes más escuchados es que es un anacronismo pretender crear un Estado nuevo. Los gobiernos españoles siempre han dicho que es imposible que un territorio se separe del Reino. Pero son muchos los países o territorios que se han independizado de España a lo largo de la historia, más de 27, y más de 43 los países que han conseguido la independencia desde 1977. Hay una pesada losa sobre la calidad democrática española.

La izquierda realmente existente ha subestimado tradicionalmente el republicanismo, cuando en realidad es la frontera clara en España entre la reacción y la revolución, en palabras de Pi i Margall. Siempre ha sido así. La oleada ultra que nos invade por doquier ha tenido siempre como objetivos a erasmistas, ateos, herejes, científicos, liberales, afrancesados, progresistas, junteros, librepensadores, pacifistas, sindicalistas, humanistas, republicanos, homosexuales, laicos, mujeres, anarquistas, socialistas, comunistas, catalanes, vascos, etc. Es decir, tú mismo.

El conflicto catalán se explica mal, muy mal. No es casualidad. Una de las estrategias del poder es, según Timothy Snyder, “si nada es verdad, nadie puede criticar al poder”. En el caso catalán lo que trata la cúpula del Reino es eliminar los motivos de cabreo y así cuando la gente protesta aparece como irracional y extraña. Pasa lo mismo que con los anticlericales del XIX. Quemaban conventos, claro, pero a nadie se le explica qué son los cabreos ni los registros parroquiales, ni su vinculación con la limpieza de sangre. La limpieza de sangre queda abolida en 1835 aunque continúa vigente para acceder a determinados empleos hasta 1865, en el ejército hasta 1865 y para ser maestro sigue vigente hasta 1870. Se trataba de acabar con los restos del feudalismo y con la imposibilidad del ascenso social por motivos raciales.

Cataluña es la avanzada del republicanismo en España. Cataluña se ha atrevido a desafiar al monstruo, cualquier persona de izquierdas en España tendría que simpatizar con ello.

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