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Opinió
Ernest Cañada i Carla Izcara

Ernest Cañada i Carla Izcara

Investigadors en turisme i membres d'Alba Sud

Turismos de proximidad, una alternativa turística

Extracto del prólogo del libro 'Turismos de proximidad. Un plural en disputa', de varios autores, coordinado por Ernest Cañada y Carla Izcara (Icaria Editorial, 2021)

25/01/2022 | 06:00

Vía verde entre Olot y Girona, una de las muchas rutas en bicicleta que se pueden hacer en Catalunya / TURISME GARROTXA

La incidencia de la pandemia en la crisis del turismo, sobre todo en aquel más asociado a la movilidad internacional de larga distancia, está provocando cambios en sus estructuras empresariales y en su funcionamiento. Más allá de la abrupta caída en el número de turistas, ha acentuado tendencias que empezaron a dibujarse a partir del crack financiero global de 2008. El proceso de turistificación global experimentado durante poco más de una década topa en el actual escenario con límites ecológicos y sociales que ponen en evidencia la vulnerabilidad de este modelo de desarrollo. La apuesta por su continuidad, algo en lo que a todas luces se empeñan las élites empresariales y políticas, con proyectos como la ampliación del Aeropuerto de Barcelona-El Prat, nos aboca a un futuro cada vez más incierto.

Una de las principales expresiones de la actual crisis sanitaria y socioeconómica es el incremento de la desigualdad. En términos turísticos esto se expresa en una creciente dualización de las posibilidades de acceso a vacaciones y en las capacidades de gasto destinadas. Así, dos noticias contrapuestas de inicios de verano de 2021 ilustran los extremos de esta polarización. Por un lado, asistimos atónitos a la desvergonzada competencia entre los súper ricos Jeff Bezos, fundador de Amazon, Richard Branson, cofundador de Virgin Group, y Elon Musk, impulsor de Tesla, por encabezar la carrera del turismo espacial. Los costes por viaje están por encima de los doscientos mil euros y su impacto ambiental por pasajero es enorme a causa de las emisiones de CO2. Por otra parte, en las mismas fechas se hizo público un informe de la Federación Europea de Sindicatos, a partir de datos de Eurostat, en el que se alertaba que un 28% de la población de la Unión Europea no puede hacer vacaciones fuera de su domicilio durante una semana al año. Como es obvio, la inequidad en las posibilidades de acceso a vacaciones se amplía a escala global.

El modelo de desarrollo turístico basado en la movilidad internacional y de grandes distancias está cada vez más en entredicho

En un escenario contradictorio, en el que el modelo hegemónico de desarrollo turístico provoca crecientes impactos socioeconómicos y ambientales, malestar social, conflictos de diverso tipo e incrementa la vulnerabilidad de los territorios más turistificados, a la par de excluir a un mayor número de personas. Por ello, es imprescindible apostar por su transformación en un sentido emancipatorio, es decir, con el propósito moral de eliminar cualquier forma de opresión o dominación y, a su vez, favorecer una expansión de las capacidades humanas que permitan una vida digna en una sociedad justa en paz con el planeta.

La situación actual, lejos de ser un problema coyuntural, más bien parece la antesala de un escenario con múltiples crisis superpuestas —de carácter sanitario, socioeconómico, ecológico, así como de recursos minerales y energéticos, e incluso de seguridad—, que ponen en jaque el crecimiento turístico tal como lo hemos conocido. El modelo de desarrollo turístico basado en la movilidad internacional y de grandes distancias está cada vez más en entredicho. Insistir en su reactivación en los mismos términos que hasta ahora solo puede tener como consecuencia aumentar el riesgo de colapso. En este contexto, conviene explorar las potencialidades, los límites y las contradicciones de un turismo organizado desde la proximidad.

¿Cómo entendemos el turismo de proximidad?

Usamos el concepto de “turismos de proximidad” en un sentido conscientemente limitado, definido por la cercanía geográfica entre una determinada oferta turística y el lugar de residencia de sus visitantes. La proximidad o cercanía son inevitablemente categorías ambiguas y relativas, pero en nuestro caso las usamos para identificar distancias de hasta unas tres horas en transporte terrestre, que permitirían ir y volver al lugar de salida en un mismo día si así se considerara necesario.

Una de las formas más extendidas, y a su vez menos visible e incluso denostada, tiene que ver con múltiples formas de autoorganización del tiempo y los espacios de recreación, ocio y turismo de las clases populares, en las que no media la contratación de un determinado servicio a través del mercado. Esto tiene que ver con experiencias como el turismo doméstico de diáspora, que analiza Jordi Gascón en un capítulo de este libro, y que suponen el regreso periódico al lugar de procedencia, en su mayoría rural, por períodos de vacaciones o incluso en fin de semana, y que, en algunos casos, según la distancia, podrían ser considerados también turismo de proximidad. Durante décadas, el grueso de desplazamientos y actividades turísticas de una parte muy destacada de las clases populares en España, y en muchas otras partes del mundo, ha estado vinculado a este regreso al pueblo, de uno mismo o de su origen familiar. Sin este vínculo recurrente, con población flotante que reside por temporadas y participa en la vida de estas comunidades, no podría entenderse el mantenimiento de una parte de las áreas rurales.

Los “domingueros”, tantas veces despreciados y ridiculizados, abanderaron una práctica popular de apropiación del espacio para el ocio al aire libre

Por otra parte, en las décadas de los años 60 y los 70, durante los tiempos del boom económico español, otra de las formas de organizar las actividades recreativas al aire libre de las familias trabajadoras, y en especial de las que no tenían ese pueblo de referencia al que volver, era a través de salidas a espacios naturales o de la costa que realizaban en la misma jornada, habitualmente los domingos, día oficial de descanso, con vehículo propio o en transporte público. Conocidos como “domingueros”, tantas veces despreciados y ridiculizados a causa de su clase y escasa capacidad de consumo, aunque también por su autonomía, abanderaron una práctica popular de apropiación del espacio para hacer realidad momentos de ocio al aire libre. Sergi Yanes analiza y reivindica esta figura, que logra mantenerse fuera de la tutela del Estado y de los canales establecidos por el mercado. Sus prácticas coinciden, aunque ahora no se califique de este modo a sus protagonistas, con el uso que hacen numerosas personas, sobre todo de origen inmigrante, de buena parte de los parques urbanos que existen en torno a las grandes áreas metropolitanas españolas.

A partir de los años 70, a medida que sectores de las clases trabajadoras contaron con más recursos, pudieron organizar sus vacaciones con mayor estabilidad en torno a una creciente oferta de campings y segundas residencias, no limitadas a los pueblos de origen familiar. En sus inicios, los lugares donde hacer acampada se limitaban a brindar un espacio en el que poder montar una tienda de campaña en zonas de montaña o de la costa. Esto permitía reducir costes de alojamiento, construir vínculos sociales y estar en contacto con la naturaleza, algo especialmente apreciado por su clientela. A pesar de esta sensibilidad ambiental, los campings no han dejado de causar impactos ecológicos, vinculados, por ejemplo, al desagüe de aguas residuales o a la alteración de la vegetación para conseguir zonas de sombra.

Progresivamente fueron ampliando su oferta, a la par de acoger a personas procedentes de lugares lejanos, con el fin de poder aumentar los beneficios del negocio. La llegada de las caravanas facilitó aún más la movilidad turística y aumentó el confort, con la posibilidad de que estos vehículos adquirieran la función de segunda residencia. Así, con la creación de nuevos servicios y ofertas diversas de alojamiento, el sector trató de atraer a una población de mayor poder adquisitivo. El glamping, que ofrece altos niveles de comodidad en las zonas de acampada, sería el ejemplo más reciente de esta evolución. Este proceso ha traído consigo un cierto desplazamiento de las personas con menos recursos, o un cambio en las formas de campismo, y la pérdida de espacios de socialización que recreaban vínculos de afinidad gracias a cierta estabilidad a lo largo del tiempo.

Una urbanización en Alella (Maresme) con un gran impacto en el paisaje / ENRIC – WK-COMMONS

Las segundas residencias constituyen en la actualidad uno de los nudos más contradictorios en el desarrollo de los turismos de proximidad

Asimismo, fue consolidándose una oferta de segundas residencias vinculada a distintos nichos de mercados, tanto internacional como doméstico, e incluso de proximidad. De hecho, España es el país con más viviendas secundarias en Europa, más de seis millones. Estas segundas residencias pueden agruparse de distintas maneras, en campings, casas familiares recuperadas o nuevas construcciones. A pesar de su potencialidad como espacios de recreación, estos nuevos parques urbanísticos comportaron también diversos impactos negativos, como la alteración del paisaje, la dificultad de mantener las infraestructuras y servicios de una demanda estacional o el encarecimiento del suelo, que puede acabar en un problema de acceso a la vivienda entre las personas residentes.

A su vez, ha potenciado el uso del transporte privado, que ha comportado una mayor presión para la creación o mejora de las infraestructuras viarias. La ampliación de carreteras para facilitar las conexiones a segundas residencias ha dado lugar a procesos de fragmentación de los territorios rurales, cambios en los usos del suelo y afectación en el funcionamiento de los corredores ecológicos. Sin ser un fenómeno exclusivamente vinculado a la proximidad, las segundas residencias constituyen en la actualidad uno de los nudos más contradictorios en el desarrollo de los turismos de proximidad.

El fenómeno conocido como ‘staycation’ defiende que se puede practicar turismo sin pernoctar fuera de la residencia habitual

Pero, ¿y si en vez de pasar el tiempo libre o de vacaciones en una segunda vivienda, se organizara en la residencia habitual? Carla Izcara y Ernest Cañada analizan en otro de los capítulos del libro el fenómeno conocido como staycation, que consiste en “quedarse en casa” en vacaciones. Igual que ocurrió durante la anterior crisis financiera global iniciada en 2008, esta expresión ha vuelto a ganar popularidad en el contexto de movilidades reducidas a causa de la pandemia de la Covid-19 y de la crisis económica que ha comportado. Este tipo de experiencia pone en entredicho la diferencia entre ocio y turismo, ya que defiende que se puede practicar turismo sin pernoctar fuera de la residencia habitual.

Algunas de las potencialidades de las staycations son la oportunidad de conocer y revalorizar el entorno, dinamizar la economía local y disminuir el impacto medioambiental del turismo. En este contexto, la tecnología adquiere en ocasiones un papel protagonista, en la medida que permite acceder a exposiciones, rutas guiadas, conciertos o amplias ofertas gastronómicas sin necesidad de moverse de casa. En estas dinámicas hay un sesgo de clase, género y origen que se destacan en el capítulo en un intento de hacer visibles también sus múltiples contradicciones.

Otro fenómeno que ha ganado protagonismo en la actual coyuntura es el turismo social. Érica Schenckel y Ernest Cañada repasan su trayectoria en otro texto del libro. Con unos inicios contradictorios en los años 30 del siglo pasado, progresivamente se han ido dibujando dos grandes perspectivas en la forma en la que es concebido: una centrada en la persona, que prioriza los beneficios del disfrute del tiempo libre en términos sociales, y otra desde la oferta turística, que ve el turismo social como una oportunidad más de negocio, y que permite al empresariado vincularse con mercados hasta los que hasta ese momento le había resultado más difícil penetrar. En el contexto de crisis actual, el turismo social podría ser una herramienta de transformación del sector, al ayudar a resolver las necesidades de amplias mayorías y, de este modo, reducir situaciones de desigualdad y exclusión, así como disminuir los impactos climáticos y energéticos de los desplazamientos. De este modo, podría ser una de las principales prioridades de una política turística pública que apueste por la proximidad.

El debate sobre la relación entre naturaleza y turismo no siempre se ha resuelto en un sentido inclusivo y equitativo

Por otra parte, un debate recurrente en la proliferación de los turismos de proximidad es el de la relación entre naturaleza y turismo. El contacto entre estos dos mundos podría describirse como conflictivo por distintas razones, aunque la más recurrente durante los últimos meses ha guardado relación con los problemas de gestión de la hiperfrecuentación de los espacios naturales en determinados momentos del año, y los riesgos que esto conlleva. En consecuencia, la discusión se ha centrado en cómo encontrar un equilibrio entre el uso social y la conservación de estas zonas naturales, y no siempre se ha resuelto en un sentido inclusivo y equitativo. Por un lado, existe un modelo tradicional de conservación que excluye a la población local de la gestión y disfrute de las áreas protegidas y que, por tanto, trata de evitar cualquier posible transformación de los ecosistemas protegidos a través de la presencia humana.

Sin embargo, otra perspectiva, a la que por ejemplo podría adscribirse el programa de la UNESCO “Man and the Biosphere”, es incluir los distintos actores en la toma de decisiones y gestión de estos espacios, así como promover la interacción y conciencia ambiental entre las personas que viven y/o interactúan en esos espacios. Nora Müller, Macià Blázquez-Salom y Robert Fletcher presentan en su capítulo un modelo de “conservación convivencial”, que desde una perspectiva poscapitalista propone acortar la distancia y separación entre el ser humano y la naturaleza. Asimismo, cuestiona los modelos conservacionistas más estrictos y excluyentes, que habrían encontrado en la protección ambiental un nuevo nicho para la reproducción del capital, y reivindican el acceso a la naturaleza por parte de amplias mayorías.

El agroturismo utiliza los productos agrícolas autóctonos para generar interés por las visitas al territorio / TURISME CATALUNYA

Bajo el nexo turismo y naturaleza existen múltiples expresiones ligadas al mundo rural. Una de ellas es el agroturismo, que se caracteriza principalmente por complementar las actividades de campo con una oferta turística. En estas ocasiones, el turismo puede ser una herramienta de dinamización local o reactivación de la economía de zonas rurales deprimidas, entre otras potencialidades que recoge Carla Izcara en otro capítulo. En él se describen también los riesgos y malos usos que pueden derivarse de este tipo de prácticas, en el que, más que diversificar actividades generadoras de ingresos, el turismo termine siendo un sustituto de la agricultura y la ganadería, lo que incrementaría la dependencia y vulnerabilidad de estas explotaciones.

Todas las expresiones que se han ido nombrando favorecen la promoción de ideas y propuestas sobre cómo transformar el turismo. En este debate, las aportaciones del slow tourism, conectado con un movimiento slow más amplio, han sido también especialmente relevantes, ya que defienden un turismo más respetuoso con el medioambiente que prioriza los desplazamientos por tierra, así como una mayor conexión con el territorio y un consumo “lento”. Aunque el slow tourism ha contribuido notablemente a cuestionar las dinámicas turísticas actuales, Carla Izcara y Ernest Cañada exponen en su capítulo las limitaciones de esta corriente. Suelen ser propuestas pensadas únicamente desde la demanda, asociadas a una progresiva elitización de la actividad turística.

Finalmente, otra de las posibilidades de los turismos de proximidad es su vinculación con expresiones de carácter político, que responden a las necesidades y las demandas de ciertos grupos de la población local. Desde esta perspectiva, el turismo se convierte en un instrumento al servicio de la información, la sensibilización e incluso la reivindicación en torno a distintas problemáticas sobre las cuales socialmente hay heridas abiertas. Una de las formas que puede adoptar es el turismo de memoria, entendido como un intento de recuperar y dar a conocer lo sucedido en un momento o un período histórico determinado con el objetivo de educar y conservar su recuerdo por cuanto es relevante para el momento presente, y que en algunos casos puede estar asociado a una reivindicación de reparación del daño sufrido. Carla Izcara, a través de un ejemplo sobre rutas temáticas vinculadas a la memoria de los maquis, grupo guerrillero opositor al régimen franquista que actuó en la comarca catalana de La Garrotxa, expone las potencialidades del turismo como altavoz para estos movimientos de recuperación de la memoria colectiva.

La experiencia de Mutantur, o Turismo Mutante, paseos recreativos pensados por y para personas sin hogar en Buenos Aires, que explica en su capítulo Érica Schenkel, responde también a esta lógica de un turismo vinculado a una demanda política. En este caso, el proceso de apropiación es aún mayor, por cuanto las personas sin hogar participan como guías del grupo y al mismo tiempo como asistentes. A la vez, su visibilización como sujeto colectivo organizado, presente en las calles de una ciudad en la que se ven excluidos, se convierte en un acto público de afirmación y reivindicación.

* Extracto del prólogo del libro ‘Turismos de proximidad. Un plural en disputa, de varios autores, coordinado por Ernest Cañada y Carla Izcara (Icaria Editorial, 2021).

* Ernest Cañada y Carla Izcara son miembros de Alba Sud, una asociación catalana especializada en investigación y comunicación para el desarrollo con presencia en varios países latinoamericanos.

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