09/09/2021 | 06:00
De entre todos los actos en torno a la Diada del Once de Septiembre, este año hay uno que está pasando bastante inadvertido, pero que incorpora una carga política de profundidad. Es el homenaje que desde la Oficina del president Quim Torra se ha organizado en Girona a Heribert Barrera. Barrera, que murió hace 10 años, fue presidente del Parlament de Catalunya por ERC durante la primera etapa de Jordi Pujol. Al acto, además de Torra, asistirán la presidenta actual del Parlament, Laura Borràs, y el president Puigdemont. “Reivindiquémoslo, porque como país #tenemosprisa”, ha afirmado Quim Torra en un tweet para promocionar el acto.
Que dos expresidentes de la Generalitat y la presidenta actual del Parlament en activo participen en un acto de homenaje a Barrera debería ser, como mínimo, motivo de reflexión. No estamos hablando precisamente de un personaje de consenso. Fue polémico por sus declaraciones sobre la inmigración: “Es la principal amenaza de Cataluña”, decía en el libro entrevista publicado en 2010 por el periodista Enric Vila, Què pensa Heribert Barrera (Qué piensa Heribert Barrera). “A mí me gustaría una Cataluña como la de la República: sin inmigrantes”. No fue un hecho puntual o una frase sacada de contexto: Barrera fue constante en sus posicionamientos públicos durante su última etapa. Acabó alejándose de ERC (aunque siempre militó en este partido) y abrazando al Reagrupament de Joan Carretero, la escisión derechista de los republicanos, con la que también simpatizó Torra.
El “tenemos prisa” y la utopía disponible
La reivindicación orgullosa de la figura de Heribert Barrera por parte del ecosistema neoconvergente (al acto no asistirá ningún dirigente de ERC) tiene como objetivo hacer valer de nuevo el ideario del “tenemos prisa”, en un momento en que parecía desterrado de la agenda política. A Barrera se le identifica con este lema porque aparecía diciéndolo en un video de Òmnium Cultural en 2010. La frase, extraída de una canción de Lluís Llach, se convirtió en boca del anciano Barrera en un lema del nuevo independentismo del procés.
Sobre aquel “tenemos prisa” de 2010, el soberanismo liberal construyó un relato ganador durante los años en que el independentismo, en palabras de la socióloga Marina Subirats, era una “utopía disponible”. En tiempo de inmediatez, en medio de una crisis del sistema político galopante, el nuevo soberanismo apelaba a un momento rompedor, a algo que “teníamos muy cerca”. Todos estos lemas, que ahora resuenan vacíos, se convirtieron en lugares comunes del periodismo y de la política en Cataluña. Cuestionarlos equivalía a menudo a quedarse en los márgenes de lo que era asumible y de lo que no. Algún día habrá que analizar el papel de entidades como Òmnium como generadora de marcos para el independentismo. Unos frames que nunca han sido inocentes y siempre han priorizado la clave nacional en detrimento del eje social, por mucho que ahora las “luchas compartidas” estén en boca de todo el mundo. Luchas compartidas, ¿con quién y para lograr qué objetivos?
¿Qué habría pasado si los partidos soberanistas no hubieran actuado presionados por un calendario autoimpuesto?
Pero lo cierto es que un análisis descarnado de los últimos tiempos demuestra que el “tenemos prisa” fue un error estratégico. Los años del procés estuvieron marcados por las fechas límite y los días históricos, pero… ¿sirvieron estos hitos para acercar el independentismo a sus objetivos? ¿Qué habría pasado si los partidos soberanistas no hubieran actuado tan presionados por un calendario autoimpuesto?
Tener prisa para conseguir la independencia es lógico, y más si acumulamos cierta trayectoria en los hombros. Todos los movimientos sociales tienen que marcarse hitos y poner plazos en sus luchas para hacerlas avanzar. Pero estos tienen que ir en proporción con la ambición de los objetivos. Y crear una nueva República sin complicidades internacionales y con el Estado español y la UE en contra no era algo menor que pudiera cumplirse en 18 meses. Una de las lecciones principales de la última década debería ser que una lucha de emancipación nacional no puede fundamentar su fase de acumulación de fuerzas en un calendario artificioso.
El futuro de la mesa de diálogo
El nuevo curso político empieza marcado por la convocatoria de la mesa de diálogo y viene precedido por los indultos del Gobierno español y los acuerdos en Madrid entre el PSOE y Podemos y ERC. Es en este marco que desde el mundo de Junts per Catalunya se quiere poner de pronto sobre la mesa el “tenemos prisa”. Es curioso que la sombra de Heribert Barrera siempre aparezca cuando ERC se emancipa de las tutelas convergentes y busca alianzas con el resto de las izquierdas, en Cataluña y en el Estado.
Puede parecer poco, pero la mesa y los indultos son el único hito material logrado por el independentismo después del 1-O
Nadie puede esperar grandes resultados de la mesa de diálogo. La situación política está enquistada. El Gobierno español, con el aliento del PP y de Vox en la nuca, hará todo lo posible para dilatar los plazos de la negociación y diluirla el máximo posible. Pero, aun así… la mesa y los indultos son el único hito material palpable logrado por el independentismo después del embate del 1-O. Quizás es poco; pero, como dice la canción, “vale más saberlo y decirlo”. Quizás hay quién pensaba que España se disolvería como un azucarillo y todo iría “de la ley a la ley”. Pero, si éramos conscientes de la fortaleza del Estado español, la perspectiva debería haber sido otra.
Sea como sea, con la mesa de diálogo parece que el independentismo quiere marcarse nuevas fechas límite. El primer plazo lo ha marcado la CUP de aquí a dos años, en el marco de su acuerdo de investidura con ERC, y pasa por el hecho de que Pere Aragonès se someta a una cuestión de confianza. La CUP, organización con décadas de historia y de lucha independentista a los hombros, no debería ser esclava del “tenemos prisa”. Pero su ebullición interna es intensa, y no toda la organización ve claro el apoyo al ejecutivo actual por razones muy diversas y a veces contradictorias. De hecho, dentro de la organización conviven voces que han sido partidarias de entrar en un Govern con ERC y Junts, con otras que ni tan solo darían el apoyo parlamentario al ejecutivo catalán actual.
“Si te mueves con prisas, el fracaso está anunciado”
¿Qué pasará cuando se agoten estos dos años y la mesa haya dado pocos o ningún fruto? ¿Buscará el ejecutivo de Aragonès nuevas alianzas mirando hacia el PSC? ¿O conseguirán atar en corto a los cupaires? Una negociación no puede dilatarse hasta el infinito. Pero la parte catalana debe ser consciente que un proceso de diálogo no se puede resolver en dos años. Lo recordaba Vicenç Fisas, experto en negociaciones y cultura de paz, en una entrevista reciente en CRÍTIC: “Mira, en este mundo de las negociaciones, te aseguro que, cuando juegas con estas prisas, fracasarás. Esto no funciona así. Si te mueves en las prisas, el fracaso está anunciado”.
Para crear una nueva República catalana en el seno de la Europa occidental, hacen falta más cosas que la prisa
Cuatro años después del 1-O, el independentismo no ha vuelto a la casilla de salida. Pero tiene la memoria reciente de la partida que ha acabado de jugar. Para crear una nueva República catalana en el seno de la Europa occidental, hacen falta muchas más cosas que la prisa: organizaciones fuertes que lo lideren, mayorías sólidas y continuadas en el Parlament, apoyos internacionales de nivel (hemos visto estos días que la Rusia totalitaria de Putin nunca fue una opción, a pesar de que, como ha explicado The New York Times, algunos lo pensaban así). Y sobre todo hacen falta militantes, movilización y asumir las consecuencias de la represión a largo plazo. También generar hegemonía cultural. Una hegemonía que, aunque el independentismo no lo quiere ver, hoy es muy débil fuera de la burbuja digital catalana y de los medios públicos.
A menos que, claro, tus objetivos no sean la resolución del conflicto o el logro de un referéndum de autodeterminación, sino imponerte en la lucha partidista (hay quién diría “autonomista”). En este caso, la prisa, los plazos y los días D tienen mucha más lógica para poner presión al adversario. ¿Vuelve el “tenemos prisa”? Dicen que los humanos somos el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra. Los catalanes no seríamos la excepción.